martes, 18 de septiembre de 2012

LOS OTRO PROFESIONALES


La historia que os quiero relatar hoy la he titulado:"Los otros profesionales", y dice así:


El pasado día 8 se celebró la Media Maratón de Soria, a la cual me apunté por aquello de ir haciendo kilómetros para la Behobia, y porque era una buena excusa para pasar el fin de semana por tierras castellanas.

Todo empezó cuando me dirigía a casa a comer (mis suegros tienen casa allí, en Soria) el mismo día de la carrera. Íbamos atravesando un parque cuando me sorprendí a mí mismo acercándome a un magrebí que estaba sentado sobre la hierba, comiendo de un tupper. Me había fijado en que tenía unas Adizero de competición junto a él (en un principio pensé que se las habría quitado para que le descansaran los pies; aunque ahora sospecho que lo hizo más pensando en las zapatillas que en sus pies) y una botella de litro y medio que contenía lo que parecía ser una bebida isotónica de elaboración casera, por lo que supuse que pretendía correr la carrera que se celebraba esa misma tarde, a las 19:00 horas. También tenía, junto a la botella, una lata de sardinas que luego supe iban a constituir su cena de esa noche.

Le pregunté si pensaba correr la carrera, lo cual era obvio. Tras comentar que había llegado esa misma mañana en bus desde Valladolid, me preguntó a ver dónde se cogían los dorsales. No dudé en invitarle a venir a casa a comer con nosotros y le propuse que, después de descansar un rato, iríamos juntos a por los dorsales. Él aceptó agradecido, lo cual me sorprendió aún más que el hecho de haber sido yo quien le invitara.
Mi mujer, según me confesó más tarde, no entendió cómo, siendo como soy, le había invitado a venir a casa; pero le hice ver que a nuestro hijo, acostumbrado a una vida quizá demasiado fácil, le iba a venir muy bien conocer a una persona como Abdelali, pues así se llamaba nuestro protagonista: Abdelali Ben Henia.

Cuando le pregunté por qué había elegido la Media Maratón de Soria, que es muy mala para hacer marcas, se limitó a contestar que había 500 euros para el primero. Ahí empecé a darme cuenta de que, en asuntos atléticos, Abdelali y yo hablábamos idiomas distintos: cuando nosotros hablamos de carreras, hablamos de la marca o el ritmo al que queremos correr; pero casi nadie habla del puesto que quiere hacer, y mucho menos de la cuantía de los premios. Él no tenía ni idea de cómo era el recorrido, ni de cuántos participantes había, ni de quiénes serían sus rivales, ni siquiera sabía con exactitud a qué hora era la carrera; pero sabía que había 500 euros para el primero.

Una vez en casa, desde el primer momento se comportó con naturalidad (estábamos más cortados nosotros que él). Le ofrecí unos macarrones con atún y tomate, pues, aunque yo me los hubiera comido con bacon y jamoncito, atendiendo a su religión, pensé que quizá ese día debía prescindir de los derivados del cerdo. Aceptó los macarrones; pero dijo que el pescado tiene mucha sal y no es bueno antes de las carreras. Estuvimos un buen rato hablando de alimentación y de entrenamientos y sus conocimientos me sorprendieron. Me dijo que él entrenaba sólo y que todo lo que sabía lo había aprendido observando y preguntando a los atletas profesionales de su país. Me dijo también que estaba en el paro y que entrenaba 6 días a la semana (haciendo unos 200 kms), doblando sesión casi todos los días. Me sentí un poco avergonzado al pensar que él no tenía entrenador, ni pulsómetro, que seguramente no se haría pruebas de esfuerzo, que no toma Isostar, ni usa medias de compresión, ni ropa de marca..., ni puta falta que le hace.

Yo, hasta entonces, me había centrado en la persona, y no me había planteado qué nivel tendría como atleta. En principio, te imaginas que un atleta magrebí será bueno (todos lo son); pero no le das más vueltas. Poco a poco me fui haciendo a la idea de que iba a resultar que mi nuevo amigo tenía pinta de ser un máquina.

Más tarde, cuando dijo con la mayor naturalidad del mundo que quería quedar entre los tres primeros, entendí que no era un farol, pero tampoco me pareció una aspiración deportiva al uso: me fulminó la mente la idea de que los premios en metálico suelen ser tres, y él había venido a Soria a por ellos. ¿Imagináis lo duro que tiene que ser correr sabiendo que cada atleta que tienes por delante te está quitando dinero?, ¿que el primero te quita los 250 euros menos que le dan al segundo?, ¿o que el tercero, si tú entras cuarto, te deja sin blanca?

Ya en el estadio, poco antes de la salida, nos encontramos con un conocido suyo, un chaval de Valladolid llamado Jose María Pindado (apunto el nombre, pues huele a promesa), que estaba allí porque su entrenador se lo había programado para preparar el Campeonato de España de Media Matratón, que se celebrará en Tordesillas el próximo 22 de Septiembre. Jose María estaba hospedado con sus padres en un hotel, mientras que Abdelali no tenía bus hasta el día siguiente y, si no encontraba a alguien que le llevara de vuelta a Valladolid, no sabía dónde iba a pasar la noche. Obviamente, le ofrecimos una cama en nuestra casa.

Les comenté que el último km de la carrera soriana tiene trampa, pues es cuesta arriba, y me pidieron que fuéramos a verlo mientras calentábamos. Así que ahí me tenéis a mí haciendo el calentamiento con los futuros 2º y 5º clasificados de la carrera: una pobre mula entre dos pura sangres. Abdelali, quien metió 4 minutos al tercer clasificado (y primer europeo), lógicamente ya estaba duchado para cuando yo llegué a meta; pero estaba esperándome para felicitarme. No os lo perdáis: ¡para felicitarme él a mí!

Posteriormente, cuando me acerqué a sacarme una foto con el soriano Abel Antón, bicampeón mundial de maratón y campeonísimo también fuera del asfalto (es un tío muy cercano y atento con todo el mundo), se interesó por mi relación con Abdelali, pues nos había visto juntos, y escuchó con interés la historia que os estoy relatando.

Abdelali correrá el Campeonato de España el próximo día 22, pues tiene licencia nacional (está casado con una española, que sí come cerdo). Estoy seguro de que hará un gran papel.

Le invité a venir a correr por aquí y le hablé de algunas carreras; pero no supe contestar cuando me preguntó por los premios que había. Con todo, me dijo que el año pasado había corrido aquí una carrera que, según sus explicaciones, deduje que era la Behobia. Ya en casa, indagando en internet, he descubierto que lo hizo saliendo desde atrás, pues, por lo visto, sus amigos profesionales marroquís no le advirtieron de que debía hacer la gestión para conseguir el dorsal amarillo que le correspondía por sus marcas, y que le hubiera permitido salir en el grupo de cabeza. Salió 32 minutos más tarde que los primeros, en el puesto 12888, con todo el mogollón de populares, y fue capaz de ganar 12838 posiciones (todos sabemos lo difícil que es adelantar en la Behobia, y más en los puestos de atrás, donde la gente va en cuadrilla, ocupando toda la calzada). Su puesto final fue el 50, con un estratosférico registro de 1:09:59 (y eso que, si recordáis, el año pasado se hicieron marcas malísimas por el calor). ¡Un crac!

Aún no se ha metido con las maratones, entiendo que porque, aunque hay más dinero que en las carreras más cortas, también hay mucha más competencia (sobre todo de africanos, que vienen a lo mismo que él). Y, además, sólo se pueden hacer dos o tres al año, mientras que croses o medias maratones puede hacer uno cada fin de semana (y hay veces que hasta una carrera el sábado y otra el domingo, si cuadran las fechas).

Con todo, me dijo que su sueño era correr la Maratón de Londres. Cuando se decida, yo me voy con él. Si alguien se apunta...

Por otro lado, que hablábamos distinto idioma atlético se hizo más palpable aún cuando me sugirió que yo tenía que mejorar mis marcas, para lo cual me garabateó en un papel un programa de entrenamiento en el que sólo me dejaba descansar los lunes. Me da la impresión de que no entendía que yo salgo en las carreras por placer y que me importa más bien poco la marca o el puesto en que me clasifique, y que para eso no hace falta entrenar mucho. ¿Alguien ha visto un magrebí en los puestos medios o traseros de una carrera? No, ellos no corren por placer. Cuando al gran Hicham El Guerrouj le preguntaron (con motivo de la concesión del premio Príncipe de Asturias) por qué corría, su respuesta me desconcertó y me dejó profunda huella: "Alá me hizo veloz, y yo le honro corriendo". Pues Alá debe sentirse honrado de veras.

Yo sé por qué corro (aunque Abdelali no lo entienda) y, si bien aún no sé por qué corre él, si sé para qué lo hace: corre para quedar entre los tres primeros.

Esta es la historia que os quería contar, y éste es Abdelali, un atleta enorme que se cuida como un profesional, porque quizá, a su manera, lo es, y que se sacrifica muchísimo sin darle apenas importancia, tal vez porque sacrificarse es lo que haya hecho durante toda su vida; un tipo que se paga su inscripción y corre para quedar entre los tres primeros, pero no por mejorar su palmarés o por el honor de subir al podium (ya quisiera yo saber en qué contenedor habrá tirado el trofeo que le dieron por ser segundo en Soria); sino porque el cuarto se vuelve a casa con los bolsillos vacíos.

...Y, mientras tanto, Cristiano Ronaldo dice que está triste.



Javier Soto Loma,

en Andoain, a 16 de Septiembre de 2012

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